Te Extraño

Hoy comprendí, que en cuestiones de sufrimientos no somos únicos; hace un tiempo, fui yo, ahora, ella llora su pena... Mi abrazo es para ti Marina.

Te extraño caballero de lanza y escudo.

Quizás si pudieses decirme que estás bien, que allí es bonito, que te haz sentado a charlar con el Gran Arquitecto y te ha contado los planes que tiene para los que te pensamos.

Si pudieses decirme dónde estás, podría escuchar tu voz diciéndome a tu lado, o paseando entre las montañas nevadas, entre los ríos, bajo la lluvia, velando tu sueño, escuchándote cantar...

Si pudieras oír que echo de menos nuestras charlas de Albañiles y Templarios, sentándonos por horas en tu despacho tratando de encontrar los por qué de este mundo, desvelando los misterios de la muerte y de la vida, que ahora comprendo son la misma cosa.

Si pudiéramos terminar mis clases de tango y las tuyas de cueca que bailabas con la gracia de quien tiene dos piernas izquierdas.

Si pudiese volver a sentir tu abrazo cálido y fuerte; si pudiese encontrarte detrás de alguna puerta... pero no estás, ya no estarás y quiero recordarte, escuchar tu risa, tus bromas, tu voz.

Te estoy extrañando, y vienen a mí, imágenes juntos como fotografías en colores y casi puedo tocarte.

Te estoy extrañando, y te estoy queriendo, y me veo en el espejo y encuentro en mi rostro el tuyo, tu boca, tus párpados y quiero tragarme tu imagen para siempre.

Quiero pensar en lo que llegamos a ser y hacer, en los actos de magia que hiciste en mis cumpleaños frente a mis amigos haciendo aparecer billetes de entre tus manos donde antes hubo un cigarrilo, sin comprender jamás cómo lo hiciste, o en cómo hacías tronar tu dedo menique como una castañuela o, en esa tarde de lluvia que me recogiste del colegio, yo pequeña, tu enorme y, caminando a casa me diste el paraguas para no mojarme y te pregunté -¿no te mojas? - y dijiste, "aquí arriba no llueve".