Han pasado algunos años y aún guarda la llave de la habitación. Nunca se le ocurrió entregársela, ni la tiró, esperando quizás que llegase el momento de volver a utilizarla. Solo quedó guardada en el sitio de siempre de modo que cada vez que por allí pasa, un relámpago de su recuerdo llega a su cabeza y una sonrisa se posa en su cara.
Esa tarde, lo decidió, no tenía sentido seguir conservándola. La cogió dispuesta a tirarla o dársela a algún pequeño del barrio que la quisiera para jugar; la guardó en su bolso y la olvidó por unas horas. Este pudo ser un día cualquiera, hasta esa tarde en que después que el tiempo había hecho lo suyo, y por esos misterios de cada día se encontraron por la calle, un encuentro fortuito, casual. No hubo tiempo de charlas, ni explicaciones. Ella recordó la llave en su bolso y se apresuró a cogerla sosteniéndola entre una de sus manos, aferrándose a ella como reteniendo los recuerdos de años de encuentros.
Sin más, cruzaron sus manos, sus brazos, entrelazaron sus deseos, igual que la primera vez una de las últimas noches de otoño, igual que fue durante muchos años, igual que siempre.
Nunca comprendieron qué extraña sensación despertaba el uno en el otro, solo sabían que necesitaban de esos momentos, pequeños e intensos momentos de pasión, de amistad, risas, secretos.
Después del café, volvieron a besarse, besos largos y eternos, luego las caricias que ahora los años hacían más sutiles y más profundas, construyendo un encuentro, un desencuentro, acaso amor, una historia.
Tampoco esa tarde hubo despedidas, ni hasta siempre, ni adiós. Sin mediar palabra, ella le dio la llave y partió. Le entregó por fin la llave que guardó por tantos años , sabiendo que como siempre, volverían a verse, a saberse, a sentirse, solo que que no sabían cuándo.
Ahora, él mira la llave con detención y un relámpago de su recuerdo pasa por su cabeza y una sonrisa se posa en su cara. La guarda en un cajón para saber que ha sido real, que ella ha sido verdad, que algún día o nunca, volverán a encontrarse un día cualquiera en la vida de ella, en la vida de él.
11 comentarios:
Bello para leerlo en esta mañana lluviosa desde Buenos Aires.
yo guardo una llave en el corazón... sirve?
Cata:
Quizás ella también la guarde.
Que bueno que la pasaste bien en tu cumple.
Un abrazo
mmmmm
no digo nada.
Mejor a esas llaves, tirarlas al oceano, guardarlas no sirven para nada.
un beso boga querida que te llegue hasta Espana.
petra
¡Muchas gracias, de esas mil! Un abrazote especial para tí. Ya ando a las carreras, así como andas en la regresiva (84) y eso también ayuda para ser feliz.
Pasaré más tarde...
cuando sucede algo así la vida cobra valor, y
amor
¿cuándo?
amor
Pasaba a saludar y dejar un abrazo para esta semana.
MentesSueltas
Petra:
¿de verdad crees que hay que tirarlas?, Hay cosas que sí valen la pena conservarlas.
Un abrazo grande.
César.
No hay nada que agradecer, siempre em "yasta", ayuda en la post celebración, por si te sirve.
Santi:
Me tienes que contar los detalles del fin de semana. Y ya creo que estuviste bien.
Mentes:
Tu abrazo viene bien en un día como hoy que la nostalgia s epuso tonta otra vez, es una dictadora en mi cabeza.
Buena semana para tod+s
Preciosa historia la que nos dejas. ¿Era la llave de sus corazones? yo al menos lo imagino así.
Me gustó mucho, me dejó una bella metáfora.
Un abrazo
Oski:
Pues sí...lo era.
Todavía estoy sentada esperando la segunda parte de lo tuyo.
Un abrazo
Estoy de acuerdo contigo. No hay nada verde en Andalucia.
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