Ayer, se fue otra de las chicas. Ha cumplido su mayoría de edad y no puede quedarse en la casa. Intentamos despedirnos con alegría, tratando de darle fuerzas, pero bastó un abrazo para volver a llorar...¡Cómo cuestan las despedidas...!
He tenido que despedirme tantas veces , de los amigos, las compañeras del colegio, amores fugaces, vecinos, y una larga lista de tíos, primos, sobrinos, hermanos y mis padres...
Cuando crucé la cristalera del aeropuerto, me giré a mirarlos a todos, hacía unos escasos minutos estaba yo entre sus brazos recibiendo los últimos mimos, besos y consejos, quise grabar esa imagen en mi memoria, pues sabía que lo que vendría no sería nada de fácil. Aún la recuerdo: todos apilados tratando de esbozar una sonrisa que no eran capaces de sostener, siguiendo con sus miradas cada paso que dábamos como esperando que nos arrepintiéramos de dar uno más.
Han pasado casi cuatro años desde entonces y me sigo despidiendo: más amigos y los no tan amigos, compañeros de trabajo, las muchachas del taller, la argentina que se volvió porque la cosa no resultó, el chileno que se fue por papeles y la lista sigue y sigue, pero siempre es lo mismo, ese dolor inexplicable, un poco de rabia y sin embargo, me aflora desde el pecho una fuerza que me hace grande, un poco cada día, de modo que con cada adiós me voy volviendo gigante, pero sigue doliendo... Doliendo también por los que se marcharon y no les pude decir adiós, doliendo porque sabes que necesitas unos cuantos "holas" y no llegan, doliendo como si supieras que esos abrazos de despedida pudieron ser los últimos e intentas conservarlos, sentirlos, olerlos,palparlos...
Ayer, se fue una de las chicas, porque cumplió la mayoría de edad y no podía seguir con nosotros... esta vez también me dolió.
1 comentario:
Me dió penita, pero me quede pensando en que antes de ese adiós hubo un hola que posibilitó un encuentro, un reconocerse en el otro, un quererse...Como nuestro hola, ves, aún pemanece, y se sostiene desde lejos pero se sostiene.
Te quiero mucho.
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